El Museo Experimental El Eco, ubicado en la Ciudad de México, es un espacio de encuentro para las artes. Desde hace cuatro años realiza una invitación a jóvenes arquitectos radicados en México para realizar una intervención arquitectónica en el patio del museo. En esta cuarta edición del Pabellón Eco, realizado en colaboración con Buró-Buró y Arquine, busca desarrollar un proyecto de intervención temporal del cual se desprenda un programa de actividades paralelas para promover los vínculos entre la arquitectura y otras disciplinas. Fernanda Canales, Isaac Broid, Jerónimo Hagerman y Luis Aldrete, ganador del concurso anterior, eligieron la propuesta del Estudio Macías Peredo (Magui Peredo + Salvador Macías) como ganador de la cuarta emisión del pabellón en el Museo Experimental el Eco. [Más detalles después del salto]
Estudio Macías Peredo (Magui Peredo + Salvador Macías)
Pensar un pabellón de arquitectura nos da la oportunidad de conducir nuestra reflexión hacia la idea de espacio y sus límites por encima del tema del objeto de diseño arquitectónico o volumen edificado. Para nosotros el pabellón deberá dar cuenta de una idea trabajada con el espacio. Creemos que no es un tema de composición sino de reflexión.
Renunciando a construir un objeto y estableciendo un diálogo con las preexistencias, relacionamos los experimentos de Goeritz. Estudiando su conducta, sus relaciones, sus intenciones, y desde ahí, ir elaborando nuevas posibilidades espaciales: que a partir de los elementos del patio se promuevan nuevas maneras de entenderlo. Por eso nuestra propuesta recuerda y se apropia del mismo material de cuarterón de barro que eligió Goeritz para el piso del patio, planteando una reinterpretación. Trabajamos con una nueva pieza y también con el recuerdo de su condición original.
La intención espacial se visualiza con una gran rampa que desdibuja un límite, transformando el patio en un foro y a la vez en una plaza diagonal que conversa con la calle. Más que imponer un elemento nuevo, nuestra propuesta parte de transformar, mostrar el mismo patio desde otra condición, desde otra lógica, más interactiva en función de quienes lo habitan. El usuario es un actor fundamental para la propuesta. La expresión misma del pabellón tiene sentido en tanto que se usa. Por un lado al aproximarse al museo desde la calle ocurre un acto inesperado: los visitantes se asoman. Y por otro, una vez ocupando el foro, los espectadores establecen una intensa conexión con los espectadores y los contenidos que están dentro de la galería a través del ventanal. Esto modifica el uso habitual del patio y las relaciones dentro y fuera de él. Por tanto las “partes” del pabellón serían la inclinación de barro, las preexistencias que lo hacen posible y los usuarios que la ocupan y la transitan.
La intervención aspira a unir determinantemente museo y calle. Por un lado la inclinación modifica el trayecto horizontal ordinario y es una provocación a volver a conectar con la calle. En el sentido inverso es un gran foro que voltea a ver de frente a la galería a través del ventanal de la cruz, elemento protagonista de esta nueva direccionalidad. En la cumbre uno puede ver las dos al mismo tiempo, la intervención hace ver que la galería y la calle son parte del mismo lugar. El patio se convierte en un plano activo, transitable, por lo que después del recorrido del pasillo y al encontrarse con el patio, se sugiere caminar hacia la calle desde otra perspectiva, más allá de contemplar la imagen habitual del recinto estático desde la galería.
Para esta cuarta edición del Pabellón Eco se invitó a los despachos:
- Ingrid Moye y Christoph Zeller
- Magui Paredo y Salvador Macías
- Alejandro Guerrero (ARS Atelier de Arquitectura)
- Gabriela López Dena
- CCA / Centro de colaboración Arquitectónica
Vía: Arquine