LIGA 07 CASA: ÁRBOL, CHOCOLATE, CHIMENEA
Izaskun Chinchilla (Madrid, España)
LIGA, México DF / noviembre 2012 - enero 2013.
Por primera vez en LIGA se presenta el proyecto de una arquitecta española. En la exposición titulada ‘Casa: Árbol, Chocolate, Chimenea’ Izaskun Chinchilla convierte el espacio expositivo en la escenografía de un cumpleaños campestre, donde la festejada no es otra que la vivienda. Sobre hermosas mesas realizadas con ruedas de carromato y troncos de árboles, descansan tres maquetas comestibles en forma de tarta, decoradas con motivos infantiles e iluminadas por lámparas de siluetas orgánicas. Cada tarta representa diferentes estadios de la casa sobre el árbol, metáfora que utiliza la arquitecta para hablar de la forma más natural y ancestral de habitar. Chinchilla muestra en esta instalación con aires de fiesta, las claves de su trabajo arquitectónico: la sustentabilidad, la relación de la vivienda con el entorno inmediato y la responsabilidad del arquitecto-ciudadano en la construcción de la ciudad.
La instalación estará abierta al público durante los próximos tres meses e irá acompañada con un texto inédito del editor y crítico colombiano Miguel Mesa “Carga Viva”, así como un cartel realizado por la arquitecta que ilustra de manera gráfica el proyecto. [Más iformación después del salto.]
‘Carga Viva’
Suena bien. Esto de que la arquitectura es el contenedor de las actividades humanas, el soporte para que ellas se desarrollen. Es incluso interesante y hasta sofisticado que identifiquemos la arquitectura de modo exclusivo con el continente, el cerramiento o lo estructural. O que atribuyamos responsabilidades casi sobrenaturales a esos contenedores, que pensemos que su fin verdadero es resistir, perdurar, soportar el paso del tiempo, protegernos de los embates de la naturaleza y la ciudad. Esa es, más o menos, una definición genérica pero muy difundida de arquitectura, interpretación que se da por buena en muchos entornos profesionales por distintos motivos que aquí no alcanzaríamos a explicar pero que tienen que ver con las tradiciones propias de la disciplina, con teorías de algunas vanguardias del siglo xx, pero más propiamente con el capitalismo que cree que la arquitectura debe ser un producto más del mercado, algo que se compra y se vende, como si de latas de sardinas se tratara.
El problema es que bajo la definición anterior, los arquitectos quedamos como simples diseñadores de las cajas o latas, como artistas de las cargas muertas. Y nuestro objetivo más importante, según este entendimiento, sería llevar la materia al mínimo para disponer espacios vacíos de calidad superior –es decir: neutros, fríos, sin pasión, blancos, brillantes, translúcidos y aislados–, espacios atentos a recibir o proteger cualquier actividad humana –principalmente el reposo o la contemplación–, de los fenómenos o coyunturas de la vida que podríamos entonces poner tranquilamente a nuestras espaldas.
Intentemos otra definición. Qué tal si pensamos que la arquitectura, en lugar de un contenedor, es un hábito. El hábito de ocupar un lugar. La arquitectura es y ha sido siempre una de las actividades que nos define como especie porque a través de ella, al menos en parte, hemos conocido el mundo y aprendido a relacionarnos con él. Si seguimos esta tesis tendríamos que aceptar y maravillarnos con lo siguiente: arquitectura hacemos todos, los humanos, los animales y las plantas, porque todos ocupamos el planeta –piensen en un hormiguero, recuerden un bosque, que es justamente el hábitat de muchísimas especies. No es que el bosque estuviera de base en la tierra, ha sido hecho poco a poco, a través de múltiples interacciones que hoy apenas entendemos–. Así que visto de este modo, hacen arquitectura los pueblos nómadas y la fabrican los alemanes. La puede establecer un erudito con título o una señora que durante 20 años decora una vivienda. La arquitectura es inmanente a la vida. No es una opción.
Sin embargo, el punto interesante de la definición que estamos proponiendo es este: las arquitecturas son hábitos solidificados, coreografías que van endureciéndose, cargas vivas que se detienen por momentos en acuerdos sofisticados. De tanto quedarnos o persistir en los lugares la arquitectura aparece, no por arte de magia, sino por la relación inseparable entre nuestros trabajos y los de la naturaleza. La ocupación es el motor real de la arquitectura, de cualquier expresión tridimensional, pero esta fuerza o carga viva es propiamente un contenido, el contenido con el que se construye cualquier arquitectura vital 1.
De manera pues que no debe ser el contenedor por si mismo el cometido de la arquitectura. Ni la tarea del arquitecto es diseñar cargas muertas ni el papel de la arquitectura es defenderse de la naturaleza. Las actividades humanas no son un genérico y la ocupación principal del ser humano no es el reposo.
El preámbulo anterior me parece necesario para esta exposición, porque la arquitectura de Izaskun Chinchilla, como la de otros arquitectos cuidadosos de ayer y hoy, trabaja principalmente con las cargas vivas; es el contenido y por lo tanto el programa, las actividades, la ocupación y el papel del sujeto o de las entidades presentes o convocadas lo que está en juego en su arquitectura. Es la participación, el cuidado de la vida y la responsabilidad de cada presencia en la configuración de un entorno habitable preciso lo que mueve y promueve esta arquitectura, y por lo tanto estamos hablando de una forma delicada y entusiasta de hacer política. Antes que la resistencia -al medio y al tiempo- la fortaleza o durabilidad, lo que está pensando este trabajo es el desempeño de la arquitectura, es decir, el modo como va a acontecer, como va a relacionarse y a transformarse en el tiempo.
Izaskun hace arquitectura desde la arquitectura cotidiana, reflexiona sobre los hábitos y los acontecimientos diversos que la producen, cualquier gesto del artesano que es el ser humano, cualquier viso del arte decorativo de una etnia o rasgo de la inteligencia colectiva de un pueblo son interesantes para ella. Materiales que traslada a su estudio. Un tejido wayúu, una telaraña, un nido, un molde de hojalata para hacer tortas con forma de pokémon. Trabaja con esos gestos. Pero no hay nada ingenuo en su proceder, porque ella piensa el desempeño de un edificio, cualquiera que sea, en relación con las coyunturas que ocupan nuestro presente. Las nociones de transparencia, representación, performatividad o las repercusiones del paradigma ecológico en lo que hacemos los arquitectos ingresan en sus proyectos con la facilidad con la que entran las líneas del autocad en la pantalla. Por eso para esta arquitecta no es lo mismo un picnic en el campo que la celebración de un cumpleaños en una galería mexicana o realizar una cena en las playas de Asturias. Sus proyectos y dibujos son coreografías diversas, arquitectura siempre en acción.
Me parece que el trabajo de Izaskun demuestra que la carga viva es el factor constante capaz de aumentar el interés de la carga muerta. Mientras más se reflexiona y se trabaja sobre la carga viva más fascinante es la arquitectura, por útil, funcional, adecuada, singular. Porque nos promueve como sujetos activos, porque empuja la interacción entre actores y cosas, porque impulsa el aumento de nuestra capacidad estética y la de otras entidades y por lo tanto agudiza la experiencia. Y para que esto no parezca un simple asunto teórico, hay que decir que tiene mayor capacidad estética quien define insistentemente su entorno vital, por ejemplo, quien cocina lo que come, modifica a su gusto la ropa que compra y usa, se maquilla y maquilla a sus hijos, cose para decorar su casa, hace carpintería con sus muebles, construye y cuida un jardín en el balcón, perfora la cubierta para ver estrellas, recoge agua lluvia para las plantas, define la fachada de su apartamento, graba monotipos en la sala o arrienda la mitad de su casa para otro usuario.
Aunque un contenedor puede coincidir plenamente con la idea de belleza que tenemos cultamente formada, podríamos intentar valorar la belleza que proviene del contenido, es decir, la que nace de nuestras actividades y ocupaciones. Antes que admirarnos con el estilo o con las formas abstractas e imponentes de la arquitectura, que enmarcan o representan nuestras actividades, deberíamos maravillarnos con las que cargan y expresan la vitalidad del contenido, del fuego interior.
¿Puede diseñarse la carga viva? Puede diseñarse una relación, un acontecimiento? Izaskun sabe que no. Y por eso sus proyectos además de coreografías son protocolos, un conjunto de acuerdos escritos y dibujados que suponen, inventan y pactan la red de deseos, ocupaciones y actividades —el número de relaciones sociales y naturales que promoverá, el tipo de usos y usuarios nuevos que inventará—. Acuerdos antes que formas cerradas. Sus proyectos son coreografías precisamente porque quieren ilustrar o dar versiones de lo que podría pasar si se llevan a cabo esos acuerdos. Pero no concluyen, insinúan la acción de modo convincente, dibujan la cantidad de decisión que entregarán a los usuarios. Basta con ver el proyecto de viviendas para Vallecas, del 2006. El edificio lo debe cerrar, activar y terminar de establecer el usuario. Por eso la forma del proyecto aunque sofisticada y elocuente en el dibujo, está postergada y pertenece a la labor de un grupo y no de un individuo.
Izaskun sabe que la arquitectura interesante es la que deja cargar cosas extra, la que se dispone para cargas nuevas y variables, para compañeros ocultos, la que genera fuerza de atracción. El mensaje implícito que lleva el trabajo de Izaskun es importante para cualquier arquitecto: mezclemos el interés que tenemos sobre los espacios abstractos con un deseo por alcanzar los espacios vivientes. Construyamos arquitecturas contaminadas por la vida, que la cuiden y la permitan.
¿Puede haber un monumento al contenido y no al contenedor? El proyecto del 2007 para el monolito o trofeo World Race, me parece que se aproxima. La exposición Casa, árbol, chocolate, chimenea, es una pequeña celebración al contenido de la casa.
Miguel Mesa, octubre de 2012.
Izaskun Chinchilla
Izaskun Chinchilla Moreno. Arquitecto por la E.T.S.A.M. 2001, desde esa fecha dirige su propia firma Izaskun Chinchilla Arquitectos. Profesora de proyectos en la Bartlett School (University College of London) en Londres donde dirige la Unidad Docente 22. Profesora de proyectos en la Ecole Spéciale d’Architecture (París). Profesora asociada de proyectos arquitectónicos en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. Ha sido profesora de Postgrado en el Institut d´Arquitectura Avancada de Catalunya (Barcelona). Más de 200 revistas y publicaciones de arquitectura nacional e internacional han hecho referencia a su obra.
Ha sido investigadora becada en Universidades Internacionales como Columbia University (The Center on Organizational Innovation in Columbia University’s Institute for Social and Economic Research) o Princeton University. Ha intervenido como conferencista o comisaria en más de 100 foros especializados en universidades e instituciones nacionales e internacionales (Atenas, Bangkok, Bogotá, Bruselas, Chicago, Dubrovnik, Londres, Miami, Nueva York (2002,2004,2006), Nueva Jersey, Orleáns, Oslo, Pavía, Sao Paulo, Sevilla, Tenerife…)
Su obra ha sido expuesta en la 8ª y en la 10ª Biennale di Venecia, en la exposición New Trends in Architecture Europe-Asia 2009, en la V Bienal de Arquitectura y Diseño de Sao Paulo, en exposiciones itinerantes internacionales como Panorama Emergente Iberoamericano o Europan 7 y en diversas instituciones o sedes nacionales entre las que se incluyen la Galería “mad is mad” (Madrid), el Centre de Art la Panera (Lleida), el Museo de Teruel, las Arquerías de Nuevos Ministerios del Ministerio de Fomento, la Casa Encendida (Madrid) y varios colegios oficiales de arquitectos y Universidades de Arquitectura de España.
En la actualidad dirige las obras de construcción de una Mediateca en el Castillo de Garcimuñoz (Cuenca), la rehabilitación de una Casa Solariega en Toledo y varios proyectos de reforma interior, iluminación y arquitectura efímera. Alterna estos trabajos con el desarrollo de propuestas interactivas que emplean intensamente medios digitales como la Museografía del Parque de los Cuentos (Málaga) o propuestas expositivas para varias salas como el Centro de Arte Canal.
Como arquitecto, reivindica para su profesión un compromiso fuerte con la innovación. Propone en sus proyectos ejercicios de multidisciplinaridad donde, a través de la ecología, la sociología o la ciencia, la arquitectura se distancia del discurso estilístico y se reencuentra con la complejidad de la vida en el mundo contemporáneo.